Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

lunes, 19 de febrero de 2018

Pica y corazón.

Este post se lo dedico a mi amiga Nieves.


EL NÚMERO DEL GÉNERO.

La humanidad, debido a su modo de reproducirse, se divide en dos o más sexos. Que en el plano de la lengua se traduce en dos o más géneros. En el ámbito de lo oficial son solo dos, pero en el de la realidad tres o más.

Claro que si fuera solo en lo referente a la reproducción eso tendría poco recorrido, porque son pocas las reproducciones que modernamente afecta a la vida de la gente. Por lo general se tienen tan solo dos hijos. O menos. O poco más. Y excepcionalmente muchos más.

Claro que el embarazo y el parto llevan menos tiempo que la crianza de las criaturas. Crianza que puede ser compartida. Y frecuentemente lo es, pero las madres se llevan "la parte del león". O sea de la leona.

Todo ello provoca que se generen dos culturas distintas: la cultura masculina y la cultura femenina.

La masculina altiva y la femenina recatada. No digo que tenga que ser así, sino que de hecho suele ser así.

Pero la propia sociedad humana está polarizada. Yo diría que claramente es masculina. A esa situación coadyuvan no solo los hombres, también las mujeres.

La sociedad masculinizada es vertical y la feminizada, que no existe, sería horizontal si existiera.

La sociedad masculinizada tiene cimas y simas. Prestigio en la cima, desprestigio en la sima y mediocridad en el llano.

La sociedad feminizada carecería de cimas y de simas y se desarrollaría en el llano. No sería mediocre porque no estaría en medio de nada.

En nuestra sociedad, masculinizadas, se dan codazos, hombres y mujeres, para alcanzar la cima. Se evita como se puede caer en el precipicio. Y se repudia llanear, que es sinónimo de fracasar. El paradigma de esta sociedad es la competitividad.

Me parece que es una desgracia que se haya optado por la competencia en detrimento de la cooperación que sería más propia de una sociedad feminizada. 

Que se prefiera ser mejor a ser igual.

Para terminar voy a contar una anécdota:

Cuando mi hija Isa tenía año y pico para jugar yo le decía:
¡Isa es guapa!
¡Guapa si! respondía.
¡Isa es simpática!
¡Simpática sí!
¡Isa es encantadora!
¡Encantadora sí!
¡Isa es distinguida!
¡No! ¡Distinguida no!
Es que mi hija es, y ha sido siempre, muy lista. 

Virtud que no es la habitual en el común de los mortales.


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