Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

lunes, 18 de julio de 2016

El factor dichoso.


MI AMIGO RÁBIDA HUELVA.

Tengo un "migo de Face Book" que se llama Rábida Huelva.

No es un hombre ni una mujer. Es una casa, es el Instituto La Rábida de Huelva.

Los "amigos" de Face Book no son amigos en sentido literal. aunque la mayoría de mis "amigos de F. B." son verdaderamente amigos míos.

El ser "amigo de F. B." supone un "plus". Es como si acentuara la amistad. La redefiniera, la desempolvara. De modo que cuando se encuentra uno con un "amigo de F. B." da más alegría, porque esa es una situación preferencial.

Pero claro, cuando el amigo no es una persona, sino una casa, como es el caso del Instituto La Rábida, la situación resulta más chocante. Aunque quien dé vida a ese "amigo" sí que es una persona, o varias personas. Pero ninguna de las personas que habitában ese Instituto la Rábida cuando yo lo habité.

Ese instituto fue algo fundamental en mi vida. Allí comencé a navegar orientado en este mundo. Yo había sido un niño triste, infeliz. Y no es porque estuviera falto de cariño. Mis padres me adoraban. Pero, seguramente esa desazón se debió a que en mi calle, la Calle Velarde, no había más niños que yo.

Me llevaron al mejor colegio imaginable, al Colegio Francés, donde estuve muchos años. Pero no me sentía a gusto. Porque no dejaba de ser aquel un paradigma extraño. Menos mal que al final de mi vida colegial me llevaron al Colegio Ferroviario.

Mi clase no era propiamente del Ferroviario, sino que la había alquilado Don Francisco Vizcaíno, un maestro represaliado que allí daba sus clases, al estilo predictatorial, adictatorial y netamente laico.

Recuerdo de esas clases muchas cosas, como las lecturas del Quijote y los dictados que eran de libros apasionantes: "Platero y yo",."El cartero del rey y la luna nueva" de Rabindranath Tagore en la traducción de Zenobia Camprubi, "Flor de leyendas" de Casona.

Esa clase pertenecía a la modalidad pedagógica de "enseñanza integrada" que consiste en que se agrupan alumnos de diversas edades. En esa clase los mayores enseñaban algunas materias a los más pequeños, como, por ejemplo geografía en los mapas.

Debido a esas diferencias de edad un día, al inicio de la cuesta del instituto, me encontré a un antiguo compañero que ya estaba en el instituto y me dijo:

"Los profesores del Instituto saben más que Don Francisco."

¡Imposible! pensé, porque Don Francisco sabía todo lo que me parecía que se podía saber: Matemáticas, lengua, literatura, historia, geografía...¿Qué más se puede saber?!

Bueno, pues cuando estuve en el Instituto pude comprobar que aquellos profesores sabían más que Don Francisco ¡mucho más!

No estaba el instituto totalmente a salvo de las influencias del régimen ¡estamos hablando de los años cincuenta! los primeros dos tercios de esa década nada menos. Pero, salvo "impurezas", en aquella casa reinaba la razón y la verdad científica.

No voy a aburrir ahora a nadie con batallitas del instituto. Pero allí fue donde aprendía a ser libre y a ser feliz. Paisaje de felicidad que, salvo terribles lagunas, habito ininterrumpidamente desde entonces.

A partir de aquello me parecía que no había mejor profesión en el mundo que la de Catedrático de Instituto. Profesión que alcancé en su día tras durísimas oposiciones, y ejercí durante muchos años. Hasta que en un momento aciago la fulminaron, haciendo desaparecer el Cuerpo correspondiente, con lo que me fui voluntariamente con la música a otra parte. Pero tampoco con esto voy a dar más brasa.

He visto, más bien escudriñado, las cientos de fotos de mi amigo el Rábida de Huelva, a ver qué huellas de mi tiempo podría descubrir. Y salvo el perfil exterior del Instituto apenas si he podido reconocer algo más. Porque salí de allí hace casi 60 años, cuando aún no estaba terminado el edificio completamente.

Solo un reproche: ¡Habría que poner pie a más fotos!


Ah! Y a los habitantes del Instituto La Rábida ¡muchas felicidades! Porque vivís en el mejor de los mundos.