Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

miércoles, 7 de octubre de 2015

Antepasados gigantes.



Este post se lo dedico a mi nieta Elia.



EL GENIO EN LA BOTELLA.

Estos días estuve redactando un texto para el catálogo de una exposición que se hará en diciembre, creo, con obras del Centro de Cálculo y estuve contando lo que me acordaba de aquello.

Y contaba mis recuerdos de aquel ordenador gigantesco. Sus unidades que eran como grandes armarios con luces de colores que se encendían y se apagaban, de entre ellos destacaba la lectora de cintas con dos grandes bobinas que giraban en un sentido y en el contrario. De una de esas, ya anticuada y fuera de servicio, hizo el gran artista Lugán un extraño robot que tenía una antena interior mediante la cual detectaba la presencia de espectadores, a los que solía recibir con gruñidos.

Para no meter el cuezo sometí a Rafol, que es mi informático de cabecera, dicho escrito y le formulé unas preguntas acerca del mismo, para ver si estaba yo en lo cierto. Y resultó que estaba más o menos, pero me había quedado corto, porque decía que aquel monstruo que ocupaba toda una planta de un edificio bastante grande tendría una memoria igual o menor que la de un ordenador doméstico. Y ¡nada de igual! mucho menor. Y menor aún que cualquier teléfono móvil. Y es que seguramente los datos no los guardaba en la memoria sino en la cinta de la famosa lectora, antes aludida.

Decía yo también que aquellos ordenadores gigantescos carecían de muchas cosas que cualquier modesto ordenador actual tiene, porque carecían de monitor, de escáner y de imágenes fotográficas. En esto también me quedé corto, porque aquellos enormes ordenadores no tenían más dispositivo de entrada que el de las tarjetas perforadas, que un perforista preparaba en una máquina perforadora, que era bastante grande. Y es que aquel monstruo tenía algo de moviola o de organillo. El caso es que ¡tampoco tenían teclado ni ratón! ni ningún dispositivo de memoria para almacenar nada, ni disco duro ¡ni siquiera disketes!

Pero el procesador que ejecuta las instrucciones era básicamente igual que el actual, aunque mucho mayor y más lento.

De todo esto saqué una moraleja. Y es que aquel genio gigantesco y poderoso era como el del cuento de las Mil y una Noches, aunque algo diferente, porque mientras el del cuento estaba comprimido vivía en un estado de impotencia, y desarrollaba todo su poder cuando estaba expandido, con a los ordenadores pasa todo lo contrario, porque si bien los ordenadores gigantes tenían un poder muy grande, los ordenadores comprimidos dentro de su estrecho envase ¡tienen un poder mucho mayor! O sea, que dentro de su botella son mucho más poderosos. Ergo el tamaño importa, solo que al revés de lo que se piensa.


Una vez más queda demostrado que David le gana a Goliat. O que el pez chico se come al grande. O que los hijos les pueden a los padres. Lo cual no deja de ser un consuelo y una satisfacción, porque indica que se progresa adecuadamente.


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