Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

viernes, 19 de junio de 2015

Emancipados.


SERVIDOR, PRESENTE, YO.

Hace unos 65 años cuando pasaban lista en clase los alumnos nombrados respondían "servidor". Poco a poco se fue cambiando la respuesta por "presente", y después por "yo". Ahora no sé si se pasa lista y en tal caso qué se dice.

A los empleados públicos se les llamaba, y ellos mismos se decían, "servidores públicos". Se ha impuesto un espíritu emancipador, ya nadie sirve a nadie y todos somos señores.

Una vez más se ha tirado al niño con el agua sucia del baño.

Manuela Carmena, verdadera bendición municipal, dice enfáticamente que los alcaldes y los concejales son servidores públicos, que están para servir a los ciudadanos. Y eso no es ningún desdoro.

Recuerdo una imagen literaria de "Trafalgar" de los Episodios Nacionales en la que los marineros, puestos en círculo, se hacían la coleta, de modo que cada uno servía al anterior y, simultáneamente, era servido por el siguiente. Porque, claro, no tenían asistentes como los oficiales.

Una sociedad donde casi todos son sirvientes de unos pocos señores es una sociedad alienante. Una sociedad donde todos sean señores es imposible. Una sociedad donde todos sirven y todos son servidos es una sociedad justa.

Entiendo que ese es el mensaje de Manuela Carmena.

Rita Barberá usaba un coche blindado que el nuevo alcalde rehúsa utilizar y lo va a vender, y tiene previsto usar uno corriente, porque debe pensar que lo de la bicicleta puede llegar a ser insufrible, pienso.

No sé en qué quedará la nueva cultura de la autoridad. Intuyo que resultará bien, porque tiene a Perogrullo de su parte. Habíamos caído en una contradicción tremenda, la "aristocracia democrática". En este nuevo contexto parece que la monarquía se quiere poner las pilas, pero va a necesitar la batería de un camión.


Estos "locos" del 15M puede que traigan la solución a una inflación insostenible que casaba muy mal con el sistema democrático. Porque ¿en qué cabeza cabe que la voluntad mayoritaria fuera convertirse en servidores de enseñoreadas autoridades democráticamente elegidas?


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