Salterio Online

Bienvenidos al blog de Tomás Garcia Asensio también conocido como Saltés. Los que me conocen sabrán de que va esto, y los que no, lo irán descubriendo...

miércoles, 9 de julio de 2014

Para no creérselo.


LA CHAPUZA NACIONAL.

¡Es para no creérselo!

Que un país como España. Que, sin la menor duda, es uno de los países más importantes del mundo. Con una de las más importantes e influyentes historias de mundo. Tenga una constitución aprobada en 1978, que, entre otras cosas, estimula la organización del Estado en Comunidades Autónomas. Que tal organización autonómica se concrete en pactos de 1981 y 1992. Y que ingrese en 1985 en la Unión Europea, con la cesión de soberanía que ello comporta  ¡Y que ninguno de esos hechos esenciales de la entidad nacional, producidos en fechas posteriores a la aprobación de la Carta Magna, se refleje en modificaciones de  la Constitución para albergar la nueva estructura del Estado!

¡Es para no creérselo!

¿Se deberá esto a que se le quiera reconocer a la Constitución el rasgo de la inmutabilidad?

Pues no parece, porque lo desmiente la única reforma, hasta el momento, ocurrida por la presión extranjera para proteger los intereses de los prestamistas, de modo furtivo y vergonzante.

Todo eso es una chapuza de dimensiones inconmensurables.

La Constitución tendría que ser  "el libro de familia de la Nación" donde quede anotada, como referencia determinante, la configuración real y verdadera de la Nación. Y no, como es, un código difuso y confuso que tiene que ser interpretado constantemente por el Tribunal Constitucional que viene a ser un oráculo cuyos veredictos se aceptan a veces de mala gana o no se aceptan. Y en cualquier caso resulta un organismo misterioso. La Constitución tendría que ser clara y terminante, iluminada por la evidencia.

Por ejemplo, los redactores de la Constitución han inventado el palabro "nacionalidades" ¿Qué es eso? Como naciones pero sin serlo completamente ¡Eso es sembrar la confusión!

¿Es que nuestras autoridades son tontas?

No son tontas, son pusilánimes, por decirlo suavemente. Prefieren meter la cabeza bajo el ala antes de encarar la realidad francamente.

¿Y eso es mejor? No. Es mucho peor.

Vivimos en un enredo permanente, en una turbidez y una indefinición que impide que se aclare el panorama y se reaccione eficazmente, por ejemplo, ante los problemas de soberanía que plantean los nacionalistas de algunas regiones. Como también impide que impere la equidad.

La reforma de la Constitución para esto y para estructurar debidamente nuestro país es tan urgente, tan indispensable, que el que no se esté pensando en darle curso inmediatamente...

¡Es para no creérselo! 


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