LA DOBLE VIDA.
Uno tiene dos vidas, a pesar de
que se piense que se tiene una sola.
O, mejor dicho, uno no es uno
solo, es más de uno, es dos por lo menos, o más.
Si uno es un cerebro con la
equipación correspondiente, sería uno solo de tener un solo cerebro, pero es
que parece que se tienen varios. Está muy extendida la idea que los dos lóbulos
cerebrales son dos cerebros distintos. Pero el cerebelo también es un cerebro
con sus propias funciones. Y hace tiempo leí que en el intestino hay una
extensa red neuronal que es de hecho un cerebro. Un cerebro intestinal. Yo he
notado que cuando me esfuerzo por comprender algo que me resulta incomprensible
me dan ganas de vomitar, o sea que me produce una respuesta gástrica. Y
últimamente me he enterado de que en torno al corazón existe otra red neuronal
que puede que constituya un cerebro cordial.
Habrá quien me diga que esto no
indica que seamos varios. Pero de ser uno, esa unidad es federal o confederal.
Cada miembro de esa federación o de esa confederación tiene su propia vida.
Ergo la vida de cada persona es un conjunto de vidas asociadas. Aparte de la
legión de bacterias que viven en simbiosis con uno, que si se mataran todas a
la vez uno la palmaría palmaria y rápidamente.
Pero es que esa vida federada o confederada
tampoco es única. Hay indicios de que haya dos o más. Hay una vida consciente y
otra subconsciente. Esto es algo que hoy en día nadie pone en duda ¿Son dos
caras de una única moneda o son dos monedas pegadas?
Nuestra vida consciente ocupa,
más o menos, 2/3 de tiempo de cada día. Y el otro tercio estamos durmiendo. Lo
cual no indica que no estemos.
Durante el tiempo en que dormimos
estamos soñando, y por lo general no recordamos lo que soñamos. Tan solo si
despertamos súbitamente. Hace unos días me desperté de pronto cuando soñaba que
estando en casa, en pijama, llegó un tío con gabardina
y me dijo que ya estaba entrando en el coche y se dio cuenta de que no se había
despedido de mí, y que volvió para despedirse.
La historia es lo de menos. Lo
importante es que esa historia me la contó alguien distinto de mí. Era
una historia que no había urdido yo. O por lo menos era un yo distinto del que
os está contando esta otra historia. Sé que cuando se cuenta una historia se va
formando y se va diciendo, más o menos rápidamente. Pero cuando le cuentan a
uno una historia es distinto. Uno no tiene ni idea y de pronto se entera de
algo que le cuenta otro. Eso es lo que ocurre en la vigilia cuando el narrador
es otro, o en el sueño cuando el narrador es uno mismo.
Uno de los varios que
conforman a uno mismo.
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