FRUSTRACIÓN.
A mí lo que más me frustra en
esta vida es no volar.
Será una tontería, pero es así.
Donde yo vivo hay muchos pájaros.
Principalmente urracas, mirlos, tordos y últimamente una clase de loros o cotorras verdes que vuelan en
escuadrilla gritando como locos. También hay palomas fondonas con su feo
cantar, e invisibles ruiseñores de cantar delicioso. Y al atardecer, cuando
ando hurgando en la tierra aparece un petirrojo. Y no salgo de mi asombro
cuando veo como vuelan los pájaros ¡es verdaderamente increíble!
Están por aquí revoloteando o
andando a saltitos y de pronto se asustan y salen volando, menos el petirrojo
que nunca se asusta, porque debe haberme calado y sabe perfectamente que no
tengo la menor intención de causarle ningún daño, va a por las lombrices y
otros bichos que con mis labores descubro. Siempre hay uno solo. No sé si es el
mismo, aunque no creo.
Cualquier pájaro se encarama en
un pispas en lo más alto de un ciprés altísimo que tiene un vecino, o en la
cumbre un cedro gigantesco que tiene otro.
Los humanos somos bichos raros
que por lo general vamos vestidos, usamos herramientas y máquinas, cuando otros bichos tienen
adaptado su cuerpo a las funciones que les son propias, que cumplen con toda
perfección y que simultáneamente les imposibilitan para ejercer otras que no son las suyas. Salvo nosotros, los bichos están adaptados mediante una
especialización muy exclusiva. De todos los que más me llaman la atención son
los osos hormigueros ¡qué pinta! Tan jorobados y aplastados con esa cola
poderosa como un abanador y la cabeza tan apuntada en cuyo extremo está la boca
que alberga una finísima lengua ¡un espectáculo!
Claro que podemos volar, pero no
como lo hacen los pájaros ¡menudos aparatos se necesitan para salir volando!
Aunque sea un monoplaza, un ultraligero o un parapente. Se necesita además una
pista larguísima, o subirse uno en lo alto de un precipicio para luego dejarte
caer. Los pájaros no necesitan nada de eso. Unos aletazos y ya están volando.
Claro que los pájaros son ligeros,
o muy poco densos, que no es nuestro caso ¡que somos pesados como kilos de
churros!
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